domingo, 3 de mayo de 2009

ARCHENA/ Dolores clama justicia

El fiscal pide 128 años de prisión para los seis acusados de acabar con la vida de una vecina, a la que asfixiaron con una mordaza
03.05.09 -
ALICIA NEGRE MURCIA/ La Verdad
Dolores Sáez Luna murió tendida en su cama, atada de manos y piernas. Tenía 74 años y un sueño ligero que la condenó a muerte. El 8 de noviembre de 2002, sorprendió a unos ladrones en el interior de su casa y fue brutalmente golpeada, maniatada y amordazada. La cinta adhesiva con la que le cubrieron la boca le fue robando el aire y la vida durante cinco largas horas. Una muerte que conmocionó a todo un pueblo y que podría esconder una traición familiar. Un crimen que, siete años después, clama a gritos justicia.
El robo que acabaría con la vida de Dolores fue fruto de una puñalada trapera. Según el relato del fiscal, fue la sobrina de la víctima Carmen S, de 24 años, y su marido, Bouziane B., de 39 años, quienes planearon hacerse con el dinero de sus tías. Dolores vivía junto a su hermana Carmen, de 66 años y disminuida psíquica, en el archenero barrio del Sanatorio. Ambos sabían que las hermanas Sáez solían guardar grandes cantidades de dinero en el domicilio dado que habían vivido durante un tiempo bajo ese mismo techo. Tenían todos los detalles para el robo ideal pero necesitaban mano de obra.
Carmen y Bouziane se desplazaron desde su domicilio de Orihuela hasta Torrevieja para reunirse allí con el sobrino de éste último, Naguib B. El plan era aprovechar la noche para hacerse con el dinero sin despertar a sus moradoras. Para terminar de componer el grupo, Carmen y Bouziane eligieron a Mohamed K., un argelino de 31 años, condenado por homicidio y a Mohamed A. y Brahim M., otros dos argelinos con varios antecedentes a sus espaldas.
A estos ladrones no les resultó complicado doblar el cerrojo de la puerta de las hermanas Sáez siguiendo las instrucciones precisas de su sobrina. Una vez dentro, y provistos de linternas, comenzaron a recorrer la vivienda. Dolores y Carmen estaban durmiendo en sus respectivas habitaciones, pero algo debió despertarlas y, ante el pánico, ésta última decidió correr al encuentro de Dolores.
Al verse sorprendidos, los cacos no dudaron en propinarles una brutal paliza. Los nervios comenzaban a traicionarles cuando, con una cinta de embalar, las maniataron y amordazaron precipitadamente. Dolores estaba atada de manos y piernas a su cama y una cinta adhesiva le cubría la boca y la parte superior del rostro. Carmen quedó tirada en el pasillo, frente a la habitación de su hermana, con las piernas atadas. Después, registraron la vivienda y se marcharon de allí. Sin un duro.
Dos días después
No fue hasta dos días después cuando los vecinos comenzaron a echar en falta a las hermanas Sáez. Uno de ellos observó que las luces de la vivienda estaban encendidas y, tras subir la persiana, descubrió el cuerpo inerte de Dolores. Bajo su cadáver, apareció una de sus muelas y el dinero que los ladrones no lograron encontrar. Carmen, aunque deshidratada, había logrado salvar la vida.
La vivienda de Dolores estaba plagada de huellas de gente del pueblo que acudía a visitarlas. Sin embargo, la Policía Judicial encontró entre ellas una que no cuadraba: la del homicida Mohamed K. Ese fue el primer paso de una difícil investigación que llevó a los agentes hasta la localidad ilerdense de Fraga y que se ha saldado con la detención de seis personas, entre ellas la sobrina de Dolores.
El juicio por este crimen se celebrará el próximo mes de junio en la Audiencia Provincial de Murcia. El fiscal pide 128 años de prisión para los seis acusados. Brahim M., Naguib B., Mohamed K. y Mohamed A. se enfrentan a 31 años de prisión por cabeza por homicidio, tentativa de robo, lesiones y dos delitos de detención ilegal. La sobrina de Dolores y su marido podrían ser condenados a dos años por tentativa de robo.
Tras la muerte de Dolores, su hermana Carmen fue declarada incapacitada y se nombró tutora a su cuñada, madre de la sobrina imputada. Según fuentes cercanas, es ésta última la que actualmente ocupa la vivienda donde se produjo el crimen. La vida tiene a veces esos giros.

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