´La CAM tendría que mirar fuera de Murcia y Valencia para una fusión´
M. J. GIL ¿En qué invierte su dinero CAM?
En el último año y medio ha habido un proceso intenso de desinversión y en estos momentos destaca nuestra participación en empresas como Meliá. Estamos también en J. García Carrión. En los últimos meses hemos visto 21 operaciones, por un importe de 1.400 millones de euros. De esta cantidad, 1.300 han sido desinversiones.
¿Están haciendo caja?
Sí. Se trata de hacer caja y de adaptarnos al entorno financiero que estamos viviendo. Se está recogiendo el fruto de las decisiones que se tomaron hace años, cuando se decidió tomar posiciones estratégicas en grupos industriales. Hoy, es una de las palancas más importantes de la fortaleza financiera de la CAM, porque se han generado más de 1.000 millones de plusvalías.
¿Qué están vendiendo?
La última desinversión que ha habido ha sido la venta de France Telecom. Una de las cosas que más sorprendió fue ver que el equipo directivo había acudido a grupos industriales que han constituido un acierto pleno, como Unión Fenosa, Enagas o Metrovacesa. Son tres referentes que demuestran el acierto en la política de inversiones estratégicas de la CAM.
¿En qué invierten?
Tenemos inversiones de apoyo a empresas en las que hay una relación casi que histórica. Estamos apostando, de acuerdo con la línea marcada por la asamblea general, en desarrollos de empresas españolas en México y también en Miami. Allí está Hansa Urbana, entre otras.
¿Siguen invirtiendo en negocios inmobiliarios?
En México tenemos una oficina operativa y seguimos invirtiendo en desarrollos inmobiliarios. Son posiciones que no tienen nada que ver con el sector en España y que están funcionando muy bien. Allí hay un mercado de Estados Unidos que demanda este tipo de actuaciones y la situación no es como la de aquí. De todos modos, las inversiones que hay ahora son bastante más modestas y más limitadas. La política de la CAM en el sector inmobiliario es seguir cerca. La CAM confía en que tiene que resurgir con fuerza. Habrá que esperar, pero volverá a ser un referente en el desarrollo económico. Esta entidad no demoniza al sector inmobiliario, aunque nos hemos adaptado al nuevo marco, pero no con la idea de abandonarlo. El Arco Mediterráneo está muy ligado al desarrollo del turismo, de la mano del sector inmobiliario.
¿Cómo afronta las perspectivas de fusión?
Una fusión puede contribuir a la reducción de costes y a la mejora de la eficiencia, pero eso no se puede hacer a cualquier precio. Una fusión entre cajas del mismo ámbito sería negativa desde el punto de vista social y desde el punto de vista laboral sería incluso un drama. Hay que buscar la complementariedad y eso se tiene que dar mirando hacia otras regiones que no sean ni la Comunidad Valenciana ni Murcia. Lo cierto es que la CAM lleva 14 fusiones y tiene experiencia y un saber hacer que la sitúan en una posición de liderazgo ante una fusión.
¿Usted la considera necesaria?
En lo que hay más o menos consenso es en que no se puede seguir con 42 cajas de ahorros en España.
¿El consejo de administración tiene alguna preferencia?
Oficialmente, en la mesa del consejo la cuestión de las fusiones no se ha tratado en ningún momento. Por tanto, no hay en estudio ninguna posibilidad. Cosa distinta es que en el seno de la Confederación de Cajas de Ahorros y por parte del Banco de España se transmita la idea de que sería bueno llegar a determinadas fusiones para fortalecer o sanear el sistema financiero, pero eso afecta por igual a cajas y a bancos.
De hecho, el Fondo de Reestructuración va en esa dirección.
El problema es que las comunidades autónomas tienen capacidad de veto sobre las cajas de su región.
La unidad de mercado debería existir en todo el Estado, no sólo en el sistema financiero, sino en todos los ámbitos. Otra cosa es que las comunidades autónomas puedan tener sus competencias en obra social, pero sería bueno que la actuación financiera estuviera fuera del ámbito regional. No me parece bien que pueda existir el veto de una comunidad cuando se den las circunstancias objetivas para la fusión. Estoy convencido de que ninguna comunidad pondría el veto si una fusión puede salvar una entidad y miles de puestos de trabajo.
En el último año y medio ha habido un proceso intenso de desinversión y en estos momentos destaca nuestra participación en empresas como Meliá. Estamos también en J. García Carrión. En los últimos meses hemos visto 21 operaciones, por un importe de 1.400 millones de euros. De esta cantidad, 1.300 han sido desinversiones.
¿Están haciendo caja?
Sí. Se trata de hacer caja y de adaptarnos al entorno financiero que estamos viviendo. Se está recogiendo el fruto de las decisiones que se tomaron hace años, cuando se decidió tomar posiciones estratégicas en grupos industriales. Hoy, es una de las palancas más importantes de la fortaleza financiera de la CAM, porque se han generado más de 1.000 millones de plusvalías.
¿Qué están vendiendo?
La última desinversión que ha habido ha sido la venta de France Telecom. Una de las cosas que más sorprendió fue ver que el equipo directivo había acudido a grupos industriales que han constituido un acierto pleno, como Unión Fenosa, Enagas o Metrovacesa. Son tres referentes que demuestran el acierto en la política de inversiones estratégicas de la CAM.
¿En qué invierten?
Tenemos inversiones de apoyo a empresas en las que hay una relación casi que histórica. Estamos apostando, de acuerdo con la línea marcada por la asamblea general, en desarrollos de empresas españolas en México y también en Miami. Allí está Hansa Urbana, entre otras.
¿Siguen invirtiendo en negocios inmobiliarios?
En México tenemos una oficina operativa y seguimos invirtiendo en desarrollos inmobiliarios. Son posiciones que no tienen nada que ver con el sector en España y que están funcionando muy bien. Allí hay un mercado de Estados Unidos que demanda este tipo de actuaciones y la situación no es como la de aquí. De todos modos, las inversiones que hay ahora son bastante más modestas y más limitadas. La política de la CAM en el sector inmobiliario es seguir cerca. La CAM confía en que tiene que resurgir con fuerza. Habrá que esperar, pero volverá a ser un referente en el desarrollo económico. Esta entidad no demoniza al sector inmobiliario, aunque nos hemos adaptado al nuevo marco, pero no con la idea de abandonarlo. El Arco Mediterráneo está muy ligado al desarrollo del turismo, de la mano del sector inmobiliario.
¿Cómo afronta las perspectivas de fusión?
Una fusión puede contribuir a la reducción de costes y a la mejora de la eficiencia, pero eso no se puede hacer a cualquier precio. Una fusión entre cajas del mismo ámbito sería negativa desde el punto de vista social y desde el punto de vista laboral sería incluso un drama. Hay que buscar la complementariedad y eso se tiene que dar mirando hacia otras regiones que no sean ni la Comunidad Valenciana ni Murcia. Lo cierto es que la CAM lleva 14 fusiones y tiene experiencia y un saber hacer que la sitúan en una posición de liderazgo ante una fusión.
¿Usted la considera necesaria?
En lo que hay más o menos consenso es en que no se puede seguir con 42 cajas de ahorros en España.
¿El consejo de administración tiene alguna preferencia?
Oficialmente, en la mesa del consejo la cuestión de las fusiones no se ha tratado en ningún momento. Por tanto, no hay en estudio ninguna posibilidad. Cosa distinta es que en el seno de la Confederación de Cajas de Ahorros y por parte del Banco de España se transmita la idea de que sería bueno llegar a determinadas fusiones para fortalecer o sanear el sistema financiero, pero eso afecta por igual a cajas y a bancos.
De hecho, el Fondo de Reestructuración va en esa dirección.
El problema es que las comunidades autónomas tienen capacidad de veto sobre las cajas de su región.
La unidad de mercado debería existir en todo el Estado, no sólo en el sistema financiero, sino en todos los ámbitos. Otra cosa es que las comunidades autónomas puedan tener sus competencias en obra social, pero sería bueno que la actuación financiera estuviera fuera del ámbito regional. No me parece bien que pueda existir el veto de una comunidad cuando se den las circunstancias objetivas para la fusión. Estoy convencido de que ninguna comunidad pondría el veto si una fusión puede salvar una entidad y miles de puestos de trabajo.
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